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En la imagen vemos la rueda de prensa del gobierno exponiendo el complemento de pensiones, que más parece un mitin electoral |
La semana pasada el Gobierno aprobó el plan integral de apoyo a la familia 2015-2017, dentro del cual se incluye un aumento de las pensiones de las mujeres. Aunque por vicisitudes personales no hemos podido abordar hasta ahora el tema creemos que se merece una entrada.
En realidad se trata no de una
subida, sino de un complemento específico para las mujeres que hayan tenido dos
o más hijos. Adopta una forma progresiva en función del número de hijos: con 2
hijos sería del 5%, con 3 del 10% y a partir del 4 cuarto hijo se eleva hasta
el 15%. La medida entraría en vigor a partir del 1 del enero de 2016. Dadas las
previsiones del gobierno en cuanto al número de beneficiadas el año próximo y
gasto previsto, el incremento medio de
la pensión será de 413 euros anuales, es decir, unos 30 euros al mes por
catorce pagas, que tampoco es un vuelco decisivo.
Era previsible que el gobierno incidiera en las pensiones como
reclamo electoral, después de recortarlas y congelarlas. Lo que no era tan
predecible es que lo hiciera de una manera tan zafia y carente de elegancia. En
medio de una campaña electoral a 10 días de las votaciones, anuncia un plan que
no podrá en vigor hasta el año que viene y que afectará en realidad a pocos pensionistas. Compensemonos pensando que es un gesto
de debilidad, a la defensiva.
Nos surgen una serie de reflexiones sobre este asunto que
exponemos a continuación:
1. En primer lugar, se debe
subrayar que se aluda a la “aportación
demográfica" de las familias como elemento clave para la sostenibilidad
futura del sistema como justificación del complemento. Ahora bien, solo va
a ser operativa para las mujeres que entren en esa situación a partir del 1 de
enero de 2016. Para las que ya estén en esa situación o entren en ella este
año, nada. ¿Es qué las mujeres ya jubiladas no han efectuado esa aportación
demográfica? ¿Cuál es la justificación de la diferenciación? Nosotros los
percibimos como un trato diferenciado
carente de justificación. Démonos cuenta que a pesar de la grandilocuencia del
gobierno el año que viene se prevé que afecte a tan solo 123.357 mujeres
pensionistas, olvidándose del resto.
No podemos dejar de señalar que
ignora la situación de las viudas, hayan sido madres o no, con menores recursos
ya pensionistas y carentes de vidas
laborales cotizadas, en gran parte por el ideario del tiempo en que les toco vivir.
2. En segundo lugar, destaquemos
que se trata de una subida de las pensiones no solo de jubilación, sino también
de las de incapacidad y viudedad, para las madres como dos hijos o más, es decir se fija en una imagen concreta de la
mujer, la madre procreadora y redundante.
Aunque el ministro de sanidad aluda
al diferencial de los salarios y pensiones de las mujeres trabajadoras para justificar
el complemento, está no es una medida dirigida a ellas, pues comprende también
a aquellas otras mujeres que acceden a la prestación por viudedad. De hecho,
las mujeres sin hijos, o con insuficiente maternidad a ojos del gobierno por
haber tenido un solo descendiente, quedan excluidas del complemento.
Nuevamente, no percibimos justificación en el trato diferente, que llega a
plantearse con un castigo por su parquedad procreadora.
A pesar de las reiteradas
alusiones en la justificación de la medida por parte del gobierno al doble
diferencial de las mujeres trabajadoras (menores cotizaciones y carreras más
cortas que dan lugar a un diferencial de un 30% en la pensión media en contra
de las mujeres con respecto a los hombres[1])
no son ellas las destinatarias. De hecho el complemento de pensiones se presenta
en el Ministerio de sanidad, servicios sociales y sanidad y no por el de Empleo
y Asuntos Sociales, como correspondería a un instrumento laboral y de la
seguridad social.
3. Es una medida que en su
aplicación posee un cierto sesgo regresivo,
sube más a quien más tiene y no alcanzará a auxiliar a las mujeres
trabajadoras con carreras laborales insuficientes. Sospechamos, además, que el complemento de
maternidad no afectará a las mujeres de menores pensiones y que cobren
complemento a mínimos. Tampoco es previsible que sea operativa para las mujeres
trabajadoras que alcancen de por sí la pensión
máxima. Por último, la alusión al umbral de los 4 próximos años en los cálculos
del coste del complemento, puede inducir a pensar que sea un instrumento
coyuntural, meramente temporal.
4. A nuestro juicio, el Gobierno
recurre a un icono de los conservadores como formula de enmarcar el discurso y
recurrir a la identidad como reclamo electoral. Como afirma Lakoff (2007)
enmarcar un discurso sirve para presentar por medio del lenguaje una visión del
mundo que no busca la racionalidad sino enlazar con un inconsciente cognitivo. La figura de la madre es un símbolo claro de un discurso que alude a la
maternidad, a la familia y los hijos y que intenta enlazar no ya con los
intereses de los ciudadanos, sino con su
identidad como familia, desde una perspectiva tradicional (la mujer es sobre todo madre)
Como aludíamos antes no es una
ayuda a la maternidad; dar un complemento en la jubilación llega tarde para servir de compensación a las
dificultades laborales y personales que puedan compensar los hijos en su momento.
En realidad se articula como un
premio a la “aportación demográfica", en definitiva a que coincidan con el
imaginario de la mujer al que recurre el PP.
5. Para finalizar, a nuestro
juicio, en realidad hay varias cuestiones
en torno a las mujeres, a las madres y las trabajadoras que la medida en
realidad no atiende. Por un lado, existe todavía un colectivo de viudas con
pensiones exiguas (la media de la pensión de viudedad es de 625,76 euros al
mes) que en gran parte carecieron de acceso a trabajos remunerados (o cotizados,
al menos) por el perfil ideológico de la época. Cualquier medida que se
articule para compensar situaciones históricas, no debería discriminar a las
mujeres ya jubiladas, más segregadas y discriminadas. Por otro existe una
disparidad de las mujeres trabajadoras en cuanto a las pensiones, por sus
menores cotizaciones y por vidas de cotización más cortas, que da lugar a un
diferencial en las pensiones
significativo. Sospechamos que la intervención por medio de las pensiones,
peca extemporánea y no sería eficaz. Y por último, es cierto que el peso de la conciliación
recae en las mujeres, y que ello dificulta su carrera profesional, con una mayor acceso obligado al trabajo a tiempo
parcial, que disminuye sus salarios y acorta su vida laboral. Pero el momento
de intervenir es ahora y en el presente.
El maquillaje electoral no
funciona más que como humo
[1]
Es interesante resaltar que los datos a los que recurren los miembros del
gobierno para presentarlos se refieren a las todas trabajadoras, y no solo a
aquellas que hayan sido madres de 2 o más hijos.