sábado, 11 de mayo de 2013

108. La tragedia de Rama Plaza; Sangre en las camisetas y en los vaqueros


En esta imagen se ven el hueco del edificio sinestrado. Es fácil apreciar la fragilidad de la edificación desmoronada.

El día 24 de abril se vino abajo un edificio de 8 plantas repleto de talleres textiles. Seguramente ha sido uno de los accidentes laborales más sangrientos de los últimos años, las víctimas mortales superan el millar de personas. Sin embargo, la realidad se construye socialmente y los medios de comunicación a penas han concedido espacio a este hecho, mientras nos aburren con otros eventos con un  menor número mucho menor de afectados pero que les interesa resaltar mientras se esconde este grave accidente


El derrumbe del edificio Rana Plaza en Savar el 24 de abril ha causado ya más de 1000 muertos (1080 cadáveres han sido recuperados hasta hoy) y más de 2500 heridos. A fecha de hoy un centenar de personas siguen dadas por desapareadas. El edificio estaba agrietado, de tal manera que los obreros encargados de la reparación rehusaron entrar la víspera,  pero aun así se obligó a entrar a las trabajadoras al día siguiente. Fue construido en el año 2004, sin  permisos y con anuencia del cacique local, con una altura de 5 plantas, si bien con  posterioridad se elevaron otras 3 alturas.
En el edificio tenían su sede 4 fábricas de ropa y trabajaban más de 3600 personas: New Wave Style Ltd, New Wave Bottoms Ltd, Phantom y Phantom Textile Ltd Apparels Ltd. Cuando hablamos de fábricas, no nos debemos dejar engañar por las palabras. Se trata de meros talleres, con un techo, muchas maquinas de coser y mucha mano de obra barata  apilada allí. Bangladesh es la segunda suministradora mundial  de las grandes marcas de ropa de prestigio internacional y la producción textil es la principal fuente de exportaciones del país. De hecho entre las empresas cuyas prendas se confeccionaban en las fábricas de  Rama Plaza se encuentran marcas tan conocidas como  Benetton, Primark, Inditex (Zara), Mango, el Corte Inglés,…Uno de los implicados en el derrumbe es David Mayor, director general  de Phantom-Tac, un empresa conjunta a partes iguales entre Phantom Apparels (de Bangladesh) y Textile Audit Company (de España), lo que ilustra la implicación internacional de esta tragedia.
Las condiciones de  trabajo especialmente bajas han propiciada que Bangladesh se haya convertido en la costurera del mundo. El salario mínimo de Bangladesh, cuya última actualización tuvo lugar en el 2007,  es de  1.800 taka al mes, esto es al cambio 16,81€. El salario  medio es algo superior, el equivalente a algo más de 30 € mensuales. Para que nos hagamos una idea del escaso coste laboral de Bangladesh en una prenda de 20€ la repercusión  de la mano de obra es solo de unos 1,5 céntimos. El papa Francisco ha calificado las condiciones de trabajo soportadas por las víctimas del Rama Plaza como trabajo esclavo.
Las condiciones de seguridad en estos talleres son deplorables, prácticamente inexistentes; los  derrumbes e incendios son frecuentes, siendo numerosos los trabajadores fallecidos en ellos. En abril de 2005, 73 trabajadores de la confección murieron al desmoronarse una fábrica en Savar. En febrero del año siguiente  otros 18 trabajadores sucumbieron en otro ocurrido en la capital Dhaka y otras 25 personas perecieron en junio del 2010 al desplomarse otra fábrica en la capital. Más recientemente, en noviembre de 2012, más de 100 trabajadores murieron en un incendio en una fábrica en Dhaka. Tras el colapso del Rama Plaza, esta misma semana  el jueves 9 de mayo  otras 8 personas han muerto en un incendio de otro taller textil, por inhalación del humo tóxico de las prendas acrílicas.
Los trabajadores textiles de Bangladesh han organizado una huelga de varios días secundada de forma mayoritaria, en protesta por el derrumbe, exigiendo responsabilidades y el abono de las indemnizaciones por la pérdida del empleo, las muertes y las lesiones. La patronal  y las autoridades amagan con una ligera reacción; 18 talleres han sido  cerrados por carecer del mínimo de seguridad, la Asociación Bengalí de Fabricantes y Exportadores de Prensas de Vestir  se ha comprometido a abonar las indemnizaciones a todos los afectados,…
Obviamente, la alternativa no es el cierre de estos talleres o su traslado a otros países, sino la mejora de las condiciones de trabajo y de empleo, en especial las que tienen que ver con la seguridad y sobre todo apoyar la libertad sindical en los lugares de producción, favorecer la organización de los trabajadores en Bangladesh, que también ha sido duramente reprimida hasta ahora.
Se han recogido más de un millón de firmas en todo  el mundo para presionar  a favor de un acuerdo con las marcas y empresas que se abastecen de ropa en Bangladesh para mejorar las condiciones de seguridad y salud en las fábricas textiles. Workers Rights Consortium  impulsa una campaña a favor de establece estándares de seguridad en estos  talleres.  De momento y de manera inmediata aboga para que las empresas extranjeras firmen un acuerdo de prevención de incendios, pero empresas como Wal Mart o Inditex, se han negado seguramente porque son reacias a admitir que los incumplimientos de esos acuerdos sean exigibles en los tribunales de la sedes de esas empresas. Obligarse sí, pero no demasiado y menos en casa parecen decir.
Estos siniestros son consecuencias de la globalización de las relaciones laborales, donde las empresas mudan allá donde el coste sea menor, sin menor  consideración al riesgo laboral que implican trabajar haciendo caso omiso a la seguridad y salud de los trabajadores. Y ni siquiera se habla de ella; El silencio que niega el valor de la vida humana ha sido la respuesta más general en nuestro mundo.


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