jueves, 14 de febrero de 2013

92. Estrategia manipulativa de la crisis



Un cartel de este estilo debería de insertarse ante la mayoría de los textos normativos y de otros discursos del Gobierno.


Se percibe una estrategia manipulativa de la crisis tanto en los diferentes discursos legales del gobierno (exposiciones y preámbulos de las normas, especialmente) como en las propuestas de algunos partidos y de la patronal.


Hablamos de estrategia porque creemos que se trata de un conjunto de técnicas y tácticas encaminadas a variar el centro de la crisis de un foco a otro, centrando los costes de la crisis en sujetos distintos de los que la han generado, desplazando el costo y precio a los ciudadanos y exonerando a los responsables del pago de sus acciones. Podríamos insertar esta estrategia bajo el lema atribuido a Bertrand Du Guesclin de “Ni quito ni pongo rey pero ayudo a mi señor”. Con esta frase Du Guesclin justificó el apoyo a su señor (Enrique II de Castilla) del que era mercenario en detrimento del rey legitimo, Pedro I, que fue traicionado y asesinado. Nos vale para ilustrar el movimiento normativo y económico de los gobiernos y de la nomenklatura comunitaria que también sirven a sus señores, sin entrar en otras honduras, pero  al contrario que Du Guesclin no puede proclamar su servilismo pues sus puestos dependen de aquellos a quienes defraudan, de ahí la manipulación. Los posicionamientos en torno a los desahucios, la financiación de la banca y un largo etcétera  son ilustrativos de esta posición; se privatiza (se dice externalizar, para que pase desapercibido) la sanidad, la educación y todo lo que se pueda, pero siempre con red como evidencia el ejemplo de las autopistas de peaje que han sido rescatadas. Mientras se hacen públicas las deudas de las entidades financieras. Privatizar beneficios, hacer públicas las deudas. Menudo negocio. Sin duda, se necesitan muchas palabras y vaselina para  que cuele  tamaña maniobra

De este conjunto de tácticas manipulativas destacamos algunas, a modo de consejos de uso:

1.       Si la realidad contradice nuestro discurso, se niega la realidad y ya está. Es simple y eficaz. Ejemplos podemos encontrar tantos como queramos. El presidente de la patronal, negaba el viernes la validez de la EPA y de que existieran 6 millones de parados; no puede ser y además es imposible. La ministra del desempleo volvía a afirmar hoy, contra toda evidencia,  que gracias a la reforma laboral hay 400 parados menos al día.
2.   Los números lo aguantan todo. Es casi imposible no encontrar algún número, estadística o comparación que nos sirva de amparo cuantitativo; la frase anterior de la ministra del paro está en esa línea.  Se cogen datos de aquí y de allá, se mezclan, se les da un agite y ya está: un argumento con números, luego seguro que es verdad porque los números no mienten.
3.       Ante la crítica, enmerda (que nada tiene que ver con enmendar, claro). Basura por aquí, basura por allá, levanta polvo y al final nada se ve ya. Las réplicas ante las críticas sobre la corrupción que enuncian los diversos partidos se inclinan por esta técnica.
4.       Disipa y diluye la propia responsabilidad. Aquí se acude a afirmar que la culpa es del otro o que todos somos culpables, por lo que nadie es responsable. Se escamotea la responsabilidad de la crisis mediante simplificaciones del estilo “todos hemos vivimos por encima de nuestras posibilidades” o frases del estilo “reforma en la que todos ganan, empresarios y trabajadores” incluidas en la exposición de motivos del RD Ley 3/2012
5.     Recurre a palabras que son un manto y un escudo, un fetiche que todo lo tapan y cubren, palabras cuento que sustituyen a otros anteriores y más normales como emprendedores en vez de empresarios, empleo en vez de trabajo, etc..  Además también están a mano esas palabras comadreja, que sugieren lo contrario de lo que afirman, flexiseguridad o externalizar que escamotea el término real, privatizar.
6.       Utiliza un discurso defectivo, lleno de verbos intensos que se conjugan solo en 2 persona en plural, “sacrificaros”, “sed austeros”, y se usa la primera persona del plural es solo un recurso retórico que no es inclusivo.

Y si todo falla, siempre  nos quedará  el indulto o la amnistía para la elite.

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