En las normas del PP se utiliza una retórica manipuladora encaminada a "vendernos la moto" y a reducir la oposición a las medidas restrictivas y recortes |
Culminamos esta serie de entradas dedicadas a analizar la normativa adoptada en estos seis últimos meses por el PP atendiendo a la retórica manipuladora de las normas y, por último, indagamos por los verdaderos motivos de esta incesante política normativa.
A. La retórica de la manipulación
Si bien creemos que es inherente
a la normas y a la acción del gobierno una función comunicativa, incluso de
propaganda o publicitaria, creemos que la retórica de la normativa del PP se inclina hacia la
manipulación, en cuanto que procura una
influencia ilegítima por medio de un discurso privilegiado (Van Dijk, 2006,50).
A través de esta política se busca
legitimar un incremento en beneficio de ciertos poderes sociales (empresarios,
financieras, etc.), en detrimento de los derechos de los trabajadores, con un reparto no equitativo de los costes de
la crisis. En definitiva, asistimos a un discurso encaminado a la manipulación
que intenta hacer admisible y aceptable un abuso de poder, con un reparto
injusto de los costes de la crisis.
Señalamos algunas estrategias de
la política comunicativa del gobierno que se filtran también en la retórica normativa.
1) La simpificación y la argumentación falaz. No es infrecuente que
las normas de este gobierno se
justifiquen en una falacia o en un sofisma y se les imponga un objetivo
imposible. Así, por ejemplo, en la exposición del RD Ley 3/2012 se justifica de
manera falaz la modificación laboral en que la destrucción se debe a la rigidez
de la legislación laboral[1];
es obvio que la causa del desempleo se debe a otras causas, crisis económica,
estallido de la burbuja inmobiliaria,
sostenimiento público del agiotaje financiero fallido, etc. Imputar a la
legislación laboral la responsabilidad del desempleo es una falacia consciente
(un sofisma) que intenta justificar de manera engañosa la reforma laboral. Esta contradicción con las
normas de la lógica evidencia que estamos ante un discurso impostado y manipulador.
La creación de empleo, finalidad que se le atribuye a esta reforma laboral, se evidencia empíricamente
que es un objetivo imposible pues, como comenta Casas (2012), en su reforma continua está el
reconocimiento mismo de su fracaso.
También se buscó enmendar la imagen de improvisación
que suscitaba la sucesión de modificaciones mediante su inclusión a finales de
abril en unos documentos generales que se denominaron Programa Nacional de
Reformas de España 2012 y Programa de
Estabilidad de España 2012-2015. Pura superchería superficial, pues la
explosión de la burbuja ha dado lugar a decretos no previstos en esos
documentos como el RD ley 18/2012.
2. la estrategia gradualista, gota a gota, cada viernes reforma. Sin
duda se ha articulado toda una estrategia de comunicación encaminada a
presentar como inevitable las restricciones de gasto público, a la vez que las
normas se dan incesantemente pero de manera continua en un maniobra de goteo
diseñada para intentar reducir al mínimo la oposición a los recortes.
3. La culpa siempre es del otro. En esta política de comunicación del
Gobierno una de los rasgos más permanentes ha sido el intento de expulsión de
la propia responsabilidad hacia fuera (hacia el pasado, hacia Europa, a
todos,…). Es una estrategia encaminada a eludir la propia responsabilidad y, a la
vez, culpabilizar a la toda la población como fórmula de reducir la posición a las restricciones y
recortes.
4) Una estrategia nominalista, una batalla por evitar la designación
lacerante y por introducir un eufemismo que funcione como lenitivo del problema.
Paradigmática, en este
sentido, es la batalla sobre la operación de financiación europea que se ha
centrado en el intento de gobierno de que la misma no se denomine rescate. En las normas, por ejemplo, se constata
un empeño en presentar en el texto como reformas lo que no son otra cosa que recortes.
En consonancia con ese último
rasgo, vamos a analizar alguno de estos recursos retóricos de las normas centrados
en la utilización, o la omisión, de ciertas palabras. Klemperer, reflexionando
sobre el lenguaje del Tercer Reich, enfatiza que el medio de propaganda más
potente del nazismo no fueron los discursos, ni los artículos, ni los símbolos, sino las palabras aisladas que
inconscientemente adoptamos y conforman así nuestra personalidad (Klemperer,
2001, 31). Nosotros vamos a resaltar el uso retórico de los silencios de las
normas, las palabras cuento y las palabras comadreja[2].
a.
Los
silencios de las normas
El silencio también puede ser
un recurso retórico, bien para no tener que explicar lo que no se puede (¿Por qué ahora se habla de asegurados y
no de derecho universal en a la sanidad? El RD Ley 16/2012 silencia a este
trascendente cambio), bien para poder omitir algún dato real pero
lacerante e ignominioso. Son generales en todos las medidas restrictivas los
silencios sobre el por qué de esas cuantías que se minorizan, y cuáles son los
objetivos a conseguir a través de los mismos.
En el RD Ley 3/2012 se omitía
toda referencia a cómo el abaratamiento del despido iba a conseguir mayor
creación de empleo. De entrada la facilitación y rebaje del coste del despido
lo que ocasiona es un incremento del mismo. El silencio es solo la otra cara
del miedo, pues a su través la
facilitación del despido enlaza con la devaluación indirecta de las condiciones
salariales (Lago, 2012,3), una vez que la puerta a la devaluación monetaria
está cerrada dentro del Euro. El gran personaje no mencionado pero presente en
todas sus manifestaciones es el miedo, el miedo a la pérdida del puesto de
trabajo, ahora más fácil y barato con las reformas sobre el despido, que
posibilitará aceptar condiciones peores
de empleo.
b. Palabras comadreja
En
argumentación jurídica se habla de palabras comadreja para designar aquellas
palabras que son tretas para equivocar, que insinúan o sugieren pero que se
desvanecen en nada (Calonje, 2009, 215). La forma como se utiliza determinadas
palabras (equilibrio, seguridad, flexiseguridad,…pero también se podrían añadir otras como estabilidad, por ejemplo) las
convierte en palabras comadreja, encaminadas a sugerir lo contrario de lo que
producen, a fomentar un espejismo manipulativo.
De
hecho los RR DD-leyes del PP están llenos de ciertas expresiones paradójicas, o
que entran en contradicción con su referente, en un uso cercano al doble-pensar
de la neo-lengua de la novela 1984 de
Orwell. Así, el termino racionalización[3],
racionalizar el gasto público en ese ámbito, donde se sugiere que la situación
previa es irracional es engañoso o manipulativo en una situación real donde el
motivo de la intervención no es ese[4];
toda la reducción del gasto social se presenta como eliminación de lo superfluo
y un incremento de la eficacia del gasto público (Barba 2012).
Eficacia,
eficiencia y flexibilidad son palabras tótem, mágicas, flexibles ellas mismas
que se pueden usar tanto en educación como en empleo[5],
pero que ocultan más que dicen. Palabras con connotaciones positivas que
pretender disimilar el contenido negativo real que tienen todas las
restricciones de derechos sociales y de gasto público.
También
posee la cualidad de eufemismo la propia denominación de reforma, que a menudo
se incluye en al denominación de las normas, aun cuando en la presentación del
Consejo de Ministros se alude sin complejos a lo conocido por todos, que se
tratan de recortes. Son puros espejismos verbales que intentan confundir.
c.
palabras
cuento
Utilizamos
la expresión de palabras cuento, para
designar a esas palabras que funcionan como verdaderas narraciones
condensadas, micro-relatos que conllevan una determinada presentación y
aprehensión de la realidad.
Por
ejemplo, en el RD Ley 3/2012(y en otras normas previas, como el Real Decreto
1823/2011, de 21 de diciembre) se produce una sustitución de trabajo por empleo
y aparece como una cualidad a conseguir la empleabilidad, uno de los núcleos de
intervención de este R. D. Ley, que no es otra cosa que la capacidad de ser
empleado o usado por el otro sujeto del contrato, esto es, no es más que una
forma de cosificar al trabajador como objeto de uso empresarial. Paralelamente
en este R.D. Ley 3/2012 se designa a los empresarios bajo una designación
positiva, emprendedores. Aunque en apariencia estamos ante un simple cambio
terminológico, en realidad supone un cambio en el eje de referencia de las
relaciones laborales que pasa del trabajador al empresario, donde emerge como
sujeto positivo, emprendedor, y el trabajador solo parece como objeto de uso (y
sólo se le menciona como sujeto activo en el fraude laboral)[6]. Nosotros percibimos un sutil enlace entre el
relato sugerido por estas palabras, que
conlleva una minusvalorización del trabajo, una exaltación del papel del
empresario y del incremento del autoritarismo empresarial que propugna la norma
(Aparicio, 2012). Incluso nos podríamos plantear si esas simples modificaciones
no naturalizan la transformación de la función de la ley laboral que pasa de
ser una norma protectora del trabajo regulándolo
como fin en sí mismo y no como una mercancía, a ser un
medio en el sistema productivo subordinado a las exigencias de la «creación de
empleo», a las exigencias de la economía para crear empleo (Casas et al.,
2012)[7]
Otra palabra que tiene esa
vertiente narrativa es la omnipresente reforma, que ya hemos citado como
ejemplo de palabra comadreja o generadora de confusión, y que aparece en 12 de
los RR DD Leyes. Es todo un pequeño relato el que se contiene
en esa palabra, reforma, que implica una presentación positiva de la acción que
se lleva a cabo y pretende que las modificaciones se lean no como son
en realidad meras restricciones, sino como innovaciones o mejoras en ese ámbito. Esta noción se
complementa con la visión de que los recortes son sólo eliminación de lo
superfluo; al fondo de esta retórica se contiene todo una falsa explicación de
las causas de la crisis, “vivimos por
encima de nuestras posibilidades”, “el estado de bienestar es demasiado
grande”,…
Como se
ve son pequeños cambios que pasan casi desapercibidos, meras palabras, pero que
implican todo una revisión de la realidad que pretende que ser aceptada sin
cuestionamiento, solapadamente.
B.
Conclusiones; “nada…y sin embargo insisten”.
No entramos a evaluar
el efecto de las medidas planteadas en todos los RD-leyes, son demasiadas para
hacerlo, pero parece que todo es humo. Si nos fijamos en un caso concreto, los
efectos del empleo que se suponen era la justificación esencial de la reforma
laboral (RD Ley 3/2012), está claro la
nula repercusión positiva de las modificaciones laborales, según la previsión
del gobierno del desempleo para este año (ya que se acabará el año con un
incremento de 600.000 desempleados)[8].
Incluso en el ámbito de los recortes las previsiones se quedan obsoletas ante
la magnitud del déficit escondido en Madrid o Valencia o de los requerimientos
de la Banca; sólo las necesidades de Bankia doblan el monto de las reducciones que se pretendían
conseguir con los RD leyes 14 y 16/2012. El monto del rescate, aunque se niegue
el nombre, impreciso aún en su cuantía final, se perfila al menos de 100.000
millones €, superando con mucho todas las reducciones anteriores.
A pesar de no
verificarse las consecuencias anunciadas en la justificación de las
modificaciones, existen diversas razones que explican esta insistencia en la
actividad normativa gubernativa:
1.
En parte por la maldición del gobernante, que debe actuar en cualquier caso,
hacer algo, lo que sea, ya que lo único que no se perdona es la
inactividad y quedarse quieto.
2.
Es también una cortina de humo, un juego de manos, una maniobra de diversión
que escamotea la responsabilidad y las causas de la crisis. Si fijamos la
atención en esta mano, abracadabra, desaparecen las causas de la crisis, ni
hablamos ya de regular el caos que generaron las burbujas que al reventar paralizaron
la economía. La culpa la tuvo el chachachá, o que vivimos por encima de
nuestras posibilidades,…
3.
A río revuelto ganancia de pescadores, hay que ganar incluso cuando
pierden todos, es un lema que reza para los patrones, pasar el coste de la
crisis al otro. Al aumentar el ejército de reserva de parados, se presiona para
que las condiciones de empleo bajen, de ahí la insistencia de rebajar las condiciones de empleo
público
4.
Si no es de un modo será de otro, si no es posible una devaluación monetaria
por estar dentro de la moneda única, entonces se procede a una devaluación
indirecta bajando los costes laborales por activa (congelación salarial, por
ejemplo) o por pasiva (desapoderando lo colectivo y lo público).
[1] Aunque la afirmación se enuncia en
varias ocasiones el apartado VII de la Exposición de Motivos del RD Ley 372102,
especialmente trascendente porque es el que efectúa la justificación del
presupuesto habilitante del art. 86.2 CE expresamente dice que: La rapidez e intensidad de la destrucción
de empleo en España se debe fundamentalmente a la rigidez del mercado
laboral español, como ha sido puesto de manifiesto en multitud de ocasiones
tanto por organismos internacionales como por la Unión
[2] Para un análisis sobre la retorica de
uno de estos reales decretos leyes, R D ley 3/2012 sobre la reforma del mercado
de trabajo, puede verse Urrutikoetxea (2012, 23-31)
[3] Usado, por ejemplo, en el Real Decreto-ley 14/2012, de 20 de abril, de
medidas urgentes de racionalización del gasto público en el ámbito educativo.
El RD ley 16/2012, no habla de racionalización pero la perspectiva es similar,
ya que se refiere garantía de la
sostenibilidad de la sanidad (medidas urgentes para garantizar la
sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud y mejorar la calidad y seguridad
de sus prestaciones).
[4] Otra palabra con un uso similar es
contención (del gasto en ese ámbito público que se restringe) que se utiliza en
varios RD Leyes, por ejemplo, RD ley 20/2011.
[5] Eficacia es una palabra comodín usada en
12 de los RR DD leyes, eficiencia en 11, mientras que flexibilidad, por su lado, es utilizada en 5
de ellos.
[6] Estamos ante una presentación de la
vieja y rancia narración sobre el trabajo de las clases dirigentes que, mirando
desde arriba, conciben a los trabajadores como objetos de uso empresarial y
sujetos activos del fraude y del absentismo. En definitiva una mirada llena de
desconfianza que les cosifica.
[7] Aunque nosotros comtirmos que esa
subordinación a la creación de empleo, entendida como subordinación a las
necesidades de la empresa unilateralmente definidas por el empresario, se hace
explicita en la última reforma , creemos que se encuentra de siempre en las
entrañas del Derecho de Trabajo.
[8] Las previsiones para el año que viene
son que el desempleo se incrementará hasta llegar al 25,1% de la población. Eso
sí, el gobierno afirma hacia 2020 se habrán generado 1763.000 empleos por
efecto de la reforma laboral, datos contenido en el Programa de estabilidad
2012-15. Más allá de lo ilusorio que resulta una previsión a tan largo plazo, es
casi seguro que en los próximos años se harán otras reformas laborales. Es pura
ficción cosmética.
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