Son
las preguntas canónicas (de Cicerón o Seneca) para saber la intención de un
acto o una norma. Cui bono? podemos preguntar tras la promulgación del RD Ley
3/2012. A pesar de las afirmaciones del Decreto de que se trata de una norma
equilibrada, el análisis de las diversas medidas indica que sólo hay un único
beneficiado: los empresarios. En realidad, existe una medida que beneficia a
los trabajadores: el derecho a la formación, dirigida a la adaptación ante las
modificaciones, incluyendo un crédito horario de 30 horas. Pero el
desequilibrio es manifiesto.
Basta
ver la reacción del empresariado, por primera vez la reforma efectuada no
les parece insuficiente, sino que creen que va por el buen camino.
La
incontinente Esperanza Aguirre dice que con la reforma de su partido se ha
eliminado el último vestigio del franquismo, confundiendo interesadamente
control público y autoritarismo. Sólo desde el neoliberalismo más reaccionario
y miope se puede postular la desregulación como la solución idónea, después de
las crisis que han estallado por la desregulación de los diferentes mercados.
La desaparición del control público en las modificaciones, suspensiones y
despidos colectivos incrementará el número de despidos de manera inmediata.
Dentro
de su verborragia Esperanza Aguirre afirma que la norma se ha efectuado pensando
en los parados, no en los sindicalistas. En todo similar dice la ministra que
está pensada en los jóvenes, dice la ministra. Estamos de acuerdo, pensaba en
ellos sí, pero en beneficio o favor de los empresarios
¿Qué
derechos genera para el parado? Ninguno. Es significativo que las únicas
medidas dirigidas a combatir el fraude y la economía sumergida, así
presentadas por la presentación del RD Ley por parte del Ministerio de Trabajo
(de 10.02.2012), se concretan en mayor control y obligaciones sobre el
trabajador y el desempleado
¿Si
beneficia al empresario beneficia también a los parados? Hace falta mucha fe, demasiada,
para creer tal cosa.
Desregula
ámbitos de las relaciones laborales para dejarlos en manos exclusivas de los
empresarios, despreciando medidas con mayor eficaz social. Si el problema
era la adaptabilidad a circunstancias cambiantes otros podrían ser las salidas,
pero sea optado por la salida autoritaria, más poder privado, neo-conservadora,
que traerá más tensión, más conflicto y menos integración social.
Eso
sí, en este proceso de desequilibrio y beneficiar unilateralmente al
empresariado todavía quedan escalones para descender; reducir la indemnización
de 33 a 20, a 15, a…, ampliar el periodo de prueba a 2, 3, 4… años, etcétera.
Sólo existe
un único beneficiario, los empresarios, ergo?
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