lunes, 28 de enero de 2013

87. Misión imposible: ensalzar las bondades en el empleo de la Reforma Laboral




La Ministra tal vez está buscando en su bolso argumentos que justifiquen los beneficios en el empleo de la reforma laboral. Lo tiene difícil, de verdad.

 

Estos días estamos asistiendo incrédulos al esfuerzo titánico pero imposible de los voceros del gobierno de contarnos las bondades que su Reforma Laboral ha tenido en el empleo. Unos días nos dicen que todo hubiera sido peor sin ella, otros que gracias a ella se han evitado la pérdida de 400 empleos diarios,…

 

En definitiva, afirman que la reforma ha ayudado a descender el aumento de desempleo, a frenar el ritmo de destrucción de empleo y que algo ha empezado a cambiar. Atrevidos juegos de palabras para decirnos que gracias a la Reforma Laboral de 2012 se han perdido menos puestos de trabajo que lo que hubiere pasado sin ella.
Obviamente este tipo de afirmaciones siempre quedan bien y son  muy agradecidas pues son aparentemente inverificables: lo que hubiere ocurrido en el empleo sin la reforma laboral  no ha ocurrido y sólo es conjeturable.
Ahora bien, podemos desentrañar las argumentaciones y comparaciones que justifican esa hipótesis de que la Reforma laboral ha sido beneficiosa en el empleo.
1.       De entrada los datos van en dirección contraria; se ha perdido mucho empleo desde la promulgación del RD Ley 3/2012 (unos 850.00 durante todo el año) y, lo que es peor, el número desempleados ha crecido menos porque una parte significativa ha perdido no solo el empleo sino las esperanzas de conseguir uno nuevo. Se puede jugar con los números, lo aguantan todo, y comparar los desempleados del último  año solo con los datos del 2008 y 2009, omitiendo los del los últimos años, como hace la ministra, pero no son más que juegos de manos.
2.       Es cierto que la reforma laboral bascula a favor de los empresarios. De hecho este colectivo, que valora con tibieza las reformas del gobierno, ésta le parece más que aceptable (el País, 27.01.2013). Pero creer que favorecer a los empresarios (desciendo los costes laborales y suprimiendo los derechos de los trabajadores) crea empleo o al menos frena su pérdida es falaz  y retrogrado. Supone una visión de los logros y conquistas sociales como meros costes e impedimentos al desenvolvimiento económico, afirmando de soslayo que cuanta menos protección y derechos sociales se crea más empleo. Lo siguiente sería postular la servidumbre o la esclavitud como los mejores sistemas para crear empleo.
3.       Más en concreto, parece afirmarse que la mayor flexibilidad interna (descensos salariales, negociación a la baja o la mayor facilidad para la  modificación unilateral de los derechos laborales) ha funcionado y funcionará como una alternativa al despido. De entrada nada hay en las normas (ni en el RD Ley ni en la Ley 3/2012) que imponga la flexibilidad interna como alternativa  a la pérdida de empleo. Aun más, ambas normas contienen elementos que incentivan el recurso al despido por parte a los empresarios como son el menor coste indemnizatorio de los despidos improcedentes o la eliminación de la autorización administrativa en los despidos colectivos.
En cualquier caso, en la realidad y en la práctica no han funcionado como fórmulas alternativas sino complementarias. Han descendido los salarios (un 0,6% según el Banco de España, frente a una subida del IPC del 2,9%, con lo que la se ha producido un descenso del poder adquisitivo del 3,5% en el 2012). Pero también se ha perdido mucho empleo, especialmente del empleo público, opción incrementada por la intervención normativa
4.       Para argumentar los efectos beneficiosos de la reforma laboral la ministra Bañez recurre al menor uso de los despidos colectivos el año pasado como si la facilitación normativa de la modificación de las condiciones de trabajo o el descuelgue salarial hubiera evitado el recurso a las extinciones.
No es así y hasta la Ministra lo sabe. El  número de extinciones no ha descendido ni se ha frenado. Lo que ocurre es que en general los empresarios recurren en mayor grado a los despidos individuales que a los colectivos, bien por el pequeño de las empresas, bien porque el despido colectivo exige unas formalidades, que aun aligeradas por la reforma laboral, las empresas prefieren eludir.
También se agita como dato indicador del crecimiento de empleo por virtud de las reformas del Gobierno la aparición de un contingente significativo de trabajadores autónomos el último año. Pero tal vez el dato sea menos positivo de lo que parece y pueda tener una lectura justo contraria a la realiza la animosa Ministra, optimista por obligación, pues quizás indique el convencimiento de la población del agostamiento del mercado laboral y de la seguridad de la escasez de las ayudas a los desempleados.


Seguramente la norma laboral posee unos efectos más neutrales en la creación o pérdida de empleo de lo que el gobierno interesadamente y falazmente airea. Pero este empeño baldío en demostrar las bondades en el empleo no es casual ni gratuito. Es una mistificación que intentar justificar la inclinación  hacia los poderes empresariales que ha supuesto la reforma laboral de 2012. El efecto en el empleo es una máscara que pretende ocultar el carácter ideológico y servil a los intereses de ciertas clases de esta intervención normativa. Se aprovecha la crisis y el miedo que suscita la precariedad que crea para barrer para casa y eliminar derechos laborales.

Como nos recuerdan C. Charcartegui y J López en sus artículos sobre la reforma laboral las modificaciones legales aplican viejas recetas que no han  funcionado en el pasado y que impedirán crear salidas efectivas a la crisis.

Algún ministro comenta con entusiasmo digno de mejor causa que comienza a vislumbrarse la luz al final del tren. Esperemos que esa luz no sea un no sea un tren que nos arrolle

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