Hace unos días Mariano Rajoy declaraba que no hay que ser un cenizo, sin embargo a nosotros sí nos parece que este hombre tiene mala sombra y gafe para la mayoría social |
Tras una publicación de la EPA
con datos alarmantes, los datos del desempleo de abril parecen calmar las aguas
y reforzar la propaganda del gobierno. Sin embargo, es necesario hacer
inventario de los últimos años, desde que el PP llegó al gobierno.
1. Ha existido un proceso constante
de traspasar las pérdidas generadas por
el estallido de la burbuja de ladrillo desde el sector privado al público. Más
de 100.000 millones de € ha costado el sostenimiento de las entidades
financieras deterioradas. Paralelamente, se han buscado nuevos espacios para
las grandes empresas, sobre todo constructoras pero también financieras, donde
puedan sacar tajada; de ahí la presión para privatizar servicios públicos de
todo tipo. Pero con la garantía, como se demuestra una y otra vez (piénsese en la asunción pública de las pérdidas de las concesionarias de las autopistas de
radiales de Madrid), de que se
socializarán las pérdidas y se privatizarán los beneficios. Para compensar
esa detracción de fondos públicos se ha impulsado una intensa restricción del
gasto público que afecta sobre todo al gasto social.
Además, se ha generado una
tendencia a la oligarquía y oligopolio (general, de unos 40 bancos
norteamericanos hace 20 años, ahora se han unificado en 4, pero también en
nuestro Estado)[1]; Menos
número de entidades con mayor poder y menor competencia. Se ha incrementado la
tendencia a la oligarquía y al
oligopolio.
2. Como segunda medida,
complementaria a la anterior, se ha procedido a propiciar mediante una continua
modificación legal (por poner un ejemplo el ET ha sufrido 12 modificaciones
desde que el PP entró en el Gobierno) una devaluación
interna que ha generado una pérdida de derechos laborales (piénsese en la
reducción de la indemnización en caso despido), congelación salarial, precarización del empleo,…Es
decir, el reparto de la crisis ha sido deliberadamente desigual. Una autentica revolución de los ricos (menos gasto
social, más beneficios a las empresas como la tarifa plana, mientras bajan los salarios aumentan los impuestos indirectos,…). Para ilustrarlo baste con un dato, el
salario en el 2008 suponía el 49,43% del PIB, mientras que en 2014 se ha reducido
al 45,5%. La desigualdad social ha crecido, los más ricos ven aumentar su
riqueza mientras que las rentas inferiores pierden poder adquisitivo, y la población
en riesgo de pobreza aumenta (casi un tercio del total se encuentra en riesgo
de exclusión social).
Esta devaluación interna, además,
conlleva el riesgo no exorcizado de una
recesión, de una deflación prolongada, como ocurrió en Japón.
3. Sin embargo, los datos del empleo siguen estancados,
con leves variaciones de tal manera que, de seguir así en el futuro, llevará años volver a una situación de empleo
aceptable. En el 2008 la población
activa era de unos de 20 millones de personas, mientras que en el primer
cuatrimestre del 2014 no llegaba a los 17 millones; La EPA del primer trimestre
ilustra que se mantiene la destrucción del empleo. El número de desempleados
sigue próximo a los 6 millones y la tasa de desempleo está 3 puntos por encima
de cuando llegó el PP al poder. Incluso, tras los datos más positivos, aireados con
entusiasmo por el gobierno, se esconden incertidumbres y debilidades profundas;
el 40% de la afiliación lograda durante el mes de abril se perdió en los 2 últimos
días de ese mes. El empleo que se crea es temporal, muy precario, a golpe de
calendario, y efímero.
Debe de subrayarse que la tasa de
cobertura de los desempleados ha disminuido, sólo el 62,26% de los parados
cobra algún tipo de prestación, el porcentaje más bajo de los últimos 9 años
(en Euskadi esa cobertura no llega más que al 52% de los desempleados).
La economía sumergida crece; los
empleos se vuelven invisibles o como los icebergs solo son parcialmente visibles, en una tendencia auspiciada incluso por
la propia modificación normativa.
4. El PP práctica una política
comunicativa basada en la retorica manipulativa; se envuelve la realidad, se ignora si es necesario y, si la realidad
contradice sus afirmaciones, directamente se niega y ya está. Se refuerzan los aspectos
positivos, se ignoran los negativos (tasa de desempleo o porcentaje de deuda pública) y se eluden las responsabilidades y debates.
En parte se defiende una visión de la crisis cercana a los fenómenos
atmosféricos, cíclicos e inevitables, mientras se niegan otras salidas que no
sean las que benefician a la oligarquía.
El gobierno y su claque hacen
hincapié en la mejora de ciertos datos, prima de riesgo por ejemplo, que en cierta
medida son las recompensas de haber hecho una política a favor de los
acreedores y en contra de sus propios ciudadanos, pero los datos que persisten
en signo negativo se ignoran.
Un efecto añadido de la forma de
afrontar la crisis ha sido ocultar la
responsabilidad de las diversas burbujas que van estallando; se difumina la
responsabilidad entre todos, y así se ignoran las responsabilidades concretas.
Nadie ha respondido por las decisiones tomadas, son muy pocos los procesados, y
se mantiene el mismo tipo de medidas.
Este balance no es tan alentador
como el que publicita el gobierno, donde solo falta Alicia para completar ese
País de las Maravillas, pero es más real. No somos cenizos, la ceniza es lo que
queda tras la política de la austeridad y desigualdad.
[1]
Según el BCE en España desde 1999 ha desaparecido el 43,2% de las entidades financieras.
En la actualidad sólo quedan de las 45 existentes en el 2008 dos únicas cajas
de ahorros pequeñas y otras 11 entidades financieras que han sustituido a las
demás cajas.
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