En esta imagen se ven el hueco del edificio sinestrado. Es fácil apreciar la fragilidad de la edificación desmoronada. |
El día 24 de abril se vino abajo un edificio de 8 plantas repleto de talleres textiles. Seguramente ha sido uno de los accidentes laborales más sangrientos de los últimos años, las víctimas mortales superan el millar de personas. Sin embargo, la realidad se construye socialmente y los medios de comunicación a penas han concedido espacio a este hecho, mientras nos aburren con otros eventos con un menor número mucho menor de afectados pero que les interesa resaltar mientras se esconde este grave accidente
El derrumbe del edificio Rana
Plaza en Savar el 24 de abril ha causado ya más de 1000 muertos (1080 cadáveres
han sido recuperados hasta hoy) y más de 2500 heridos. A fecha de hoy un
centenar de personas siguen dadas por desapareadas. El edificio estaba
agrietado, de tal manera que los obreros encargados de la reparación rehusaron entrar
la víspera, pero aun así se obligó a
entrar a las trabajadoras al día siguiente. Fue construido en el año 2004,
sin permisos y con anuencia del cacique
local, con una altura de 5 plantas, si bien con
posterioridad se elevaron otras 3 alturas.
En el edificio tenían su sede 4
fábricas de ropa y trabajaban más de 3600 personas: New Wave Style Ltd, New Wave Bottoms
Ltd, Phantom y Phantom
Textile Ltd Apparels
Ltd. Cuando hablamos de fábricas, no nos debemos dejar engañar
por las palabras. Se trata de meros talleres, con un techo, muchas maquinas de
coser y mucha mano de obra barata
apilada allí. Bangladesh es la segunda suministradora mundial de las grandes marcas de ropa de prestigio
internacional y la producción textil es la principal fuente de exportaciones
del país. De hecho entre las empresas cuyas prendas se confeccionaban en
las fábricas de Rama Plaza se encuentran
marcas tan conocidas como Benetton,
Primark, Inditex (Zara), Mango, el Corte Inglés,…Uno de los implicados en el
derrumbe es David Mayor, director general
de Phantom-Tac, un empresa conjunta a partes iguales entre Phantom
Apparels (de Bangladesh) y Textile Audit Company (de España), lo que ilustra la
implicación internacional de esta tragedia.
Las condiciones de trabajo especialmente bajas han propiciada
que Bangladesh se haya convertido en la costurera del mundo. El salario mínimo
de Bangladesh, cuya última actualización tuvo lugar en el 2007, es de
1.800 taka al mes, esto es al cambio 16,81€. El salario medio es algo superior, el equivalente a algo
más de 30 € mensuales. Para que nos hagamos una idea del escaso coste laboral
de Bangladesh en una prenda de 20€ la repercusión de la mano de obra es solo de unos 1,5
céntimos. El papa Francisco ha calificado las condiciones de trabajo soportadas
por las víctimas del Rama Plaza como trabajo esclavo.
Las condiciones de seguridad en
estos talleres son deplorables, prácticamente inexistentes; los derrumbes e incendios son frecuentes, siendo
numerosos los trabajadores fallecidos en ellos. En abril de 2005, 73
trabajadores de la confección murieron al desmoronarse una fábrica en Savar. En
febrero del año siguiente otros 18 trabajadores
sucumbieron en otro ocurrido en la capital Dhaka y otras 25 personas perecieron
en junio del 2010 al desplomarse otra fábrica en la capital. Más recientemente,
en noviembre de 2012, más de 100 trabajadores murieron en un incendio en una
fábrica en Dhaka. Tras el colapso del Rama Plaza, esta misma semana el jueves 9 de mayo otras 8 personas han muerto en un incendio de
otro taller textil, por inhalación del humo tóxico de las prendas acrílicas.
Los trabajadores textiles de
Bangladesh han organizado una huelga de varios días secundada de forma
mayoritaria, en protesta por el derrumbe, exigiendo responsabilidades y el
abono de las indemnizaciones por la pérdida del empleo, las muertes y las lesiones.
La patronal y las autoridades amagan con
una ligera reacción; 18 talleres han sido
cerrados por carecer del mínimo de seguridad, la Asociación Bengalí de
Fabricantes y Exportadores de Prensas de Vestir
se ha comprometido a abonar las indemnizaciones a todos los afectados,…
Obviamente, la alternativa no es
el cierre de estos talleres o su traslado a otros países, sino la mejora de las
condiciones de trabajo y de empleo, en especial las que tienen que ver con la
seguridad y sobre todo apoyar la libertad sindical en los lugares de
producción, favorecer la organización de los trabajadores en Bangladesh, que también ha sido duramente
reprimida hasta ahora.
Se han recogido más de un millón
de firmas en todo el mundo para
presionar a favor de un acuerdo con las
marcas y empresas que se abastecen de ropa en Bangladesh para mejorar las
condiciones de seguridad y salud en las fábricas textiles. Workers Rights
Consortium impulsa una campaña a favor
de establece estándares de seguridad en estos
talleres. De momento y de manera
inmediata aboga para que las empresas extranjeras firmen un acuerdo de prevención
de incendios, pero empresas como Wal Mart o Inditex, se han negado seguramente
porque son reacias a admitir que los incumplimientos de esos acuerdos sean
exigibles en los tribunales de la sedes de esas empresas. Obligarse sí, pero no
demasiado y menos en casa parecen decir.
Estos siniestros son
consecuencias de la globalización de las relaciones laborales, donde las empresas
mudan allá donde el coste sea menor, sin menor
consideración al riesgo laboral que implican trabajar haciendo caso
omiso a la seguridad y salud de los trabajadores. Y ni siquiera se habla de
ella; El silencio que niega el valor de la vida humana ha sido la respuesta
más general en nuestro mundo.
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