sábado, 13 de abril de 2013

104.Desempleo juvenil y fracaso escolar prematuro


Un cartel que denuncia la situación de contraste entre la formación y el escaso empleo de la juventud actual.


Estos días he tenido oportunidad de leer un par de artículos publicados por el Real Instituto Elcano. De ambos era autora Carmen Gonzalez Enríquez y se referían a la tasa de paro juvenil y al fracaso escolar.

Uno de los objetivos explícitos de este think tank  es la mejora de la imagen de la marca España. Es posible que esa finalidad se filtre en la intencionalidad de los artículos, dirigidos a desdramatizar y reducir el impacto de la alta posición que en ambas tasas o índices posee nuestro Estado.

Según el último News release  euro-indicators disponible (nº 50, de 2 de abril de 2013) España ostentaba una alta tasa de desempleo juvenil (55,7%), sólo superada por Grecia (58,4% en diciembre de 2012), que casi dobla las medias europeas (23,5% en la UE-27 y el 23,9% en la Eurozona), mientras que existen países con tasas inferiores al 10% como Alemania (7,7%) y Austria (8,9%), por ejemplo. Con respecto al fracaso escolar prematuro, entendido como abandono escolar sin obtención de la titulación mínima, las cifras de España vuelven a situarse entre las peores, detrás de Malta y Portugal, doblando la media europea que se sitúa en torno al 12%, mientras existen países como cifras inferiores al 5% como Polonia o la República Checa. Aquí se debería de señalar que tras la crisis el índice de abandono escolar ha bajado en España al 25% en España en 2012, desde cifras cercanas al 30% al comienzo de la crisis.
En los artículos de Carmen González se pondera que la tasa del desempleo juvenil no es tan significativa pues ese momento de edad (16-24 años) posee en nuestra sociedad un fuerte matiz formativo, siendo a su juicio muy pocos los jóvenes excluidos del sistema educativo y de empleo (los conocidos como ni-nis- ni trabajo, ni estudio) por debajo del 2%, mientras que los datos de Eurostat sitúan esas situaciones en torno al 12% para España con cifras muy superiores. En cuanto al fracaso escolar se afirma, a partir de la disparidad de los resultados en PISA con los del fracaso escolar en diversos países, que en el nuestro estado existe una mayor dureza administrativa, una vara de medir más alta en nuestro país que en los otros.
Sin entrar en dilucidar estas argumentaciones es oportuno remarcar, en primer lugar, que se trata de ítems aplicados a escala europea por Eurostat; se aplican índices con la misma definición en diversos estados lo que permite la comparación entre ellos. Que el estado Español ocupe una posición tan elevada en ambos ítems, paro juvenil y fracaso escolar, en comparación con el resto de socios comunitarios es sin duda significativo y debe tener una explicación más allá de los propios números o del proceso de confección de esos ítems que es común para todos. De hecho, aunque Carmen González abogue por la mayor capacidad explicativa del ratio de desempleo juvenil, calculado sobre todos los jóvenes de esas edades, España sigue ostentando una de los peores indicadores de Europa, que dobla las medias Europeas. Que los números se reduzcan a la mitad al pasar de la tasa al ratio del desempleo juvenil, de 55,7 a 22%, no evita este hecho, pues la fuerza explicativa de la estadística no reside en el número en sí sino en que posibilita la comparación en el tiempo y con otros países.
En segundo lugar, seguro que un fenómeno complejo, posee una explicación compleja, y no puede ser uni-causal. Por ejemplo, en la alta tasa de desempleo juvenil seguro que tiene incidencia la mayor temporalidad de los contratos de los jóvenes, pues los contratos temporales son los primeros que se extinguen en caso de problemas económicos en la empresa.
En tercer lugar, es posible sospechar una cierta relación entre esos índices  o, si se prefiere entre las características de la oferta de empleo y el fracaso escolar. De hecho el abandono escolar temprano está en nuestra opinión vinculada a una fuerte demanda de mano de obra no excesivamente cualificada de nuestro sistema productivo, uno de cuyos sectores, la construcción, ahora ha explotado. Durante cierto tiempo, la presión para continuar en el sistema educativo no era excesiva; un 30% no acababa los estudios, pues esto no era un obstáculo para encontrar un empleo.
Un refuerzo de esta relación puede encontrarse en que el fracaso escolar ha descendido en tiempos de crisis sin modificación normativa ni aumento de la inversión educativa (más bien ha sido ha sido al revés), simplemente una parte de los desempleados vuelven al sistema o carecen de alicientes para retirarse tempranamente del mismo
Por último, en nuestra opinión un abandono escolar más alto puede encontrarse vinculado no tanto a una mayor dureza administrativa como con la percepción de  que los suspensos son un problema del individuo, del alumno, y no son un problema escolar de toda la comunidad. Si solo es el alumno quien debe resolver aquello que se visualiza como un problema individual la tasa de fracaso es mayor que si se vive como un problema de toda la comunidad educativa. Seguramente, en nuestro país priva esa visión individual del fracaso educativo que conlleva un mayor abandono escolar


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